Mi estimada Olga Morido me invito en cierta oportunidad a una reunión que se realizaba en la Universidad de Las Madres de Plaza de Mayo. Era una actividad en el marco del dia internacional del agua. Corrian los primeros tiempos de repercusión mediática de la lucha de los asambleistas de Gualeguaychú, por lo que varios oradores hicieron alusión a ese conflicto. Cuando gentilmense se me permitió hacer uso de la palabra, expresé mi solidaridad con esa lucha, pero me permití tener un concepto diferente sobre la persona del por entonces presidente del Uruguay Tabaré Vazquez, que habia sido poco menos que insultado por algunos oradores y plantié mi preocupación, por el efecto que el conflicto podria tener en la relacion de dos pueblos hermanos, como el uruguayo y el argentino.
Hoy, a mas de dos años de aquel dia, sigo pensando de la misma manera, aunque en su momento mis palabras no hayan caido demasiado bien.
La lucha de Gualeguaychú es paradigmática, la resistencia de una comunidad en la mas absoluta adversidad, contra un enemigo poderoso, abandonada por quienes deberian socorrerla. Sin embargo, es necesario saber que toda contienda tiene un recorrido que no se puede dejar de observar y esta lo ha tenido y muy rico en enseñanzas.
Tres años de corte y alguno mas de participación por otros metodos, le adjudican a los asambleistas entrerrianos, un status original que nadie puede soslayar y mucho menos ellos mismos.
Cuando un pueblo da una batalla de este tipo, no se puede calificar triunfos o derrotas por los resultados obtenidos exclusivamente como respuesta a lo reclamado.
Hoy Botnia sigue ahí, la corte de la Haya le ha dado luz verde para que permanezca, pero sería un error entender esto como una derrota.
La construccion que de si misma ha hecho la asamblea, es muy importante como para no valorarla al momento de hacer el balance de la pelea tan desigual.
El escenario construido, es mucho mas que algo y estará en ellos si lo toman como herramienta superadora de la lucha, o si ven la situación como un fracaso, un esfuerzo que no alcanza para sacar la pastera.
El momento amerita tener mucha honestidad intelectual, además de vocación y convicción en la postura.
Una pregunta que necesita respuesta es ¿ Como imagina la Asamblea, que un gobierno que no tiene la autoridad, ni la capacidad, para desalojar un corte de un puente internacional, dentro de su propio territorio, según sus propios dichos, puede fácilmente cruzar la frontera y cerrar una fabrica de pasta de celulosa en territorio de otro país.
¿Cómo el mismo gobierno que no puede sacar a la Asamblea del puente, podría sí, cruzar ese puente y ponerle candado a Botnia?
Ese callejón sin salida, es un agujero negro que se traga el futuro.
El gobierno argentino no puede, el uruguayo no quiere Gualeguaychu y Fray Bentos lo sufren, Botnia sigue.
El conflicto por la pastera finlandesa no es una cuestion que se agota en si misma, por el contrario, es un sintoma de una problemática que expresa una relacion de poder a nivel planetario. Es una muestra de cómo los paises centrales o ricos, derivan actividades y productos perniciosos para la salud y el medio ambiente, hacia los paises perifericos, subdesarrollados, pobres, o como se los quiera llamar.
Es este un flujo perverso, donde los beneficios van en sentido de los poderosos y los perjuicios caen sobre los mas débiles.
Por eso se instalan aquí las pasteras, se venden los medicamentos prohibidos en otros lugares, se usan defoliantes no permitidos o se permite ingresar “combustible nuclear agotado”, es decir residuos radioactivos.
Terminar con relaciones de poder de semejante asimetria, necesita de una estrategía de bloque regional, contra la cual atenta definitivamente la continuidad del corte, que es una estrategia de aislamiento, primero de Gualeguaychú y por consecuencia de los países.
La única posibilidad de que Botnia cierre o se traslade es que la Asamblea ocupe el lugar que se gano con años de lucha, tome el rol protagonico que debe tener sobre el escenario que ayudo a construir.
Antes de Botnia era imposible pensar que potenciales afectados pudieran monitorear ellos mismos las instalaciones que denuncian, había que conformarse con peritajes de parte de dudosa imparcialidad, ese cambio cualitativo fundamental se debe a la lucha de Gualeguaychú. Está en ellos ocupar el lugar que se ganaron, tendrán que hacerlo desde adentro de las entrañas del monstruo, recorriendo Botnia, pero para eso tendrán que dejar el campamento de Arroyo Verde.
Obrar en contrario significa permanecer en una situación, ( el corte ) que a la única que no perjudica es a Botnia.
Tal vez haya llegado el momento de cambiar de canal y evitar escuchar tanta ansiedad mediatica y politica que espera una desgracia, es decir un muerto, en Gualeguaychú